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Foto del escritorTicky Yoga

Cuerpo flexible, mente flexible

Los que me siguen hace tiempo saben que la frase “Cuerpo flexible, mente flexible” es una de mis preferidas. Me la habrán escuchado decir muchas veces los que van a mis clases. Es que la flexibilidad es un aspecto clave, es adaptación, es sabiduría, es aprendizaje y perseverancia.

Por eso hoy me gustaría que nos enfoquemos en este aspecto que nos impulsa a dejar de lado el ego y abrazar lo que nos desafía.

¿Querés descubrir cómo? Te cuento abajo. 





¿Qué implica tener un cuerpo flexible?


Centrándonos en lo estrictamente físico, un cuerpo flexible implica mayor habilidad, mayor destreza en la vida diaria para realizar tus actividades habituales, menos dolencias y lesiones.

¿Qué implica tener una mente flexible?

Es una mente que no lucha contra todo, que se entrega a lo que venga, aunque no sea exactamente lo que querés. Una mente flexible tiene la sabiduría para ver lo mejor de cada situación y aprender de todo.

¿Cómo se vinculan ambas cosas?

La flexibilidad se gana con paciencia, constancia y mucha actitud. Tal vez tu cuerpo o tu mente no logren acomodarse a una experiencia nueva de primera. En lo físico, por ejemplo, capaz que la primera vez haciendo una nueva asana te caés. Pero si la practicás, no te frustrás, dejás el ego afuera y te seguís desafiando, sabés que en algún momento lo vas a lograr, y la satisfacción es inmensa. En lo mental, en realidad, sucede lo mismo. Ante una situación nueva, inesperada o indeseada, a veces la mente se resiste, se quiere oponer al cambio o al status quo y sufrís más por tus propios pensamientos que por la situación en sí misma. Al aprender y trabajar la flexibilidad de tu cuerpo, la mente también va aprendiendoa que una caída no es el fin, que el cuerpo se acomoda, hasta encontrar el equilibrio, y que ella tiene que hacer lo mismo ante la vida. La flexibilidad no es debilidad, sino todo lo contrario, es fortaleza.Y esto vale tanto para el cuerpo como para la mente.

¿Cómo ayuda el yoga?

El yoga desafía a las dos dimensiones. Al cuerpo, lo enfrenta a posturas desconocidas, que pueden ser incómodas al principio, pero a las que después el cuerpo se acomoda, hasta que incluso se vuelven disfrutables. A la mente, lo mismo. Cuando practicás yoga, te enfrentás a tu propio ego y te entregás a lo que venga durante tu práctica, a cualquier sentimiento. Pero el yoga es más que una clase. Es un estilo de vida.Por lo que esa actitud de entrega, se traslada después a tu día a día y a tu propia vida, en todas sus dimensiones. ¿No es alucinante?

Quiero dejarte con una frase que me encanta, y resume todo esto a la perfección, destacando la importancia de la flexibilidad:

ME DOBLO PARA NO ROMPERME.
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